Según el Ministerio de Educación Nacional, la
educación se define como un proceso de formación permanente personal, cultural
y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana
(...) además, sitúan a la Constitución Política como principal referente para
señalar que la educación es un derecho de todos y por ende pretenden brindar
una mejor formación moral, intelectual y física a los educandos. La pregunta
es, ¿realmente el sistema educativo colombiano funciona para este propósito?
Usted en su papel de alumno o docente, puede responder esta pregunta basado en
su propia experiencia.
Está claro y demostrado que en todo el país no se
brinda el mismo nivel educativo, osea no es lo mismo estudiar al interior del
país que en zonas "periféricas". Esto tampoco quiere decir que la
mejor educación es la que se brinda al interior, pues aturdir a los estudiantes
con trabajos no es garantía de que hay un proceso
de aprendizaje efectivo. Sin embargo se puede apreciar que en las ciudades
periféricas tampoco existe un compromiso de todo el cuerpo docente; el
argumento de algunos que no asumen el compromiso es la falta de beneficios para
el educador y más si este es provisional, otros sencillamente no hacen bien su
trabajo porque evitan ir a zonas rurales que son peligrosas o lejanas.
Por otro lado, el conflicto armado es otro factor
agravante que ha hecho que el proceso educativo se vuelva lento o incluso se
detenga en ciertas zonas de Colombia. Debido a esto los estudiantes se ven
obligados a desplazarse, otros son reclutados y otros no sienten la motivación
de seguir estudiando. El reto que debe adquirir el Ministerio de Educación y el
Gobierno Nacional como tal, es hacer de la educación de calidad un derecho y no
un negocio, garantizando que se cumpla hasta en el último rincón del país; tal
como está plasmado en la Constitución de Colombia. Que la educación deje de ser
un favor que dan las alcaldías o las gobernaciones y empiece a ser un hecho
real y de cumplimiento para todos, que sea asequible sin importar la zona donde
el docente o estudiante resida. Con ello no solo se quiere dar la
responsabilidad a los entes gubernamentales, sino también al cuerpo docente y
luego a los estudiantes. De acuerdo con Nestor Hugo Bravo Salinas, en su
trabajo de Didáctica Problémica, se debe asumir un cambio de roles (tanto el
docente como el estudiante). En el Sistema Educativo tradicional se puede
ratificar que las pedagogías y didácticas utilizadas en clase han sido las
mismas durante muchas décadas, lo que hace que el aprendizaje en los planteles
se torne anticuado, cuando lo cierto es que el mundo está evolucionando
rápidamente y cada uno de nosotros debe ir evolucionando con él. La sociedad ha
sufrido cambios importantes como la tecnología y la globalización, ¿por qué no
sacar provecho de ello? Realmente, el cambio no ha sido muy positivo pero
tampoco radicalmente negativo. Sería bueno articular y reforzar más el proceso
enseñanza-aprendizaje en las instituciones con lo que son las TICS, además de
asumir un cambio de roles en el que ya no tendríamos un proceso de emisión
desde el rol de profesor y recepción desde el punto de vista de estudiante,
sino un proceso de interacción, en el que ambas partes construyen su propio
aprendizaje con autonomía e intercambian conocimientos sin desconocer el papel
de ambos, dando la función de guía al profesor en el proceso de aprendizaje
evitando darle ese papel de “jerarca” ya que hoy en día ya que son capaces son
influyentes en el comportamiento y el futuro de muchos niños y jóvenes, esto
también sin desconocer esa gran labor que desempeñan al momento de desplazarse
hasta las escuelas y lugares apartados para impartir su conocimiento y aprender
de los estudiantes. Para concluir, es muy necesario que el estudiante salga de
ese papel de receptor, cambie su rol y comience a ser más participativo en el
proceso de aprendizaje, compartiendo lo que ha vivido y aprendido, aprendiendo
a ser autónomo, íntegro y responsable sin desconocer el potencial de los demás.
El cambio es necesario para todos, porque tanto el Ministerio como el cuerpo
docente, cuerpo estudiantil y todos los que hacen parte de este proceso, pueden
asumir actitudes nuevas en su rol y desde su posición generar un verdadero
cambio cuyos beneficiados seremos todos como sociedad Colombiana.
Daniel Caicedo y Ana Lucía Quiñones
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